En la actualidad existen 1200 indígenas migrantes en la ciudad de Cartagena, la mayoría de ellos con trabajos informales que no garantizan su sostenibilidad ni la de sus familias en condiciones de dignidad. Tuchines, artesanos y comerciantes indígenas se ven obligados a participar de la economía desde una posición de desigualdad. Pero cuentan con competencias muy importantes como puede ser su conocimiento tradicional de la siembra y la agricultura. Algunos de los indígenas están ya agremiados en la organización ATINAZ, apoyada por FEM hace 4 años, desde su constitución y a través de la cual los indígenas adelantan procesos de innovación social.
Cartagena es una de las ciudades colombianas que sufre de déficit de árboles con mayor severidad. Según el Establecimiento Público Ambiental (EPA), en Cartagena la cantidad de árboles por habitante determina una relación 1:16 (un árbol cada 16 habitantes), es decir, tan solo 0.06 árboles por habitante, muy por debajo de los estándares internacionales. Esta realidad recrudece los efectos del cambio climático en la ciudad, que se traducen en una notable subida de temperatura y contaminación atmosférica.
La combinación de las dos realidades anteriormente descritas en el mismo contexto presenta una coyuntura ideal para iniciar un proceso de emprendimiento basado en el desarrollo sostenible con impactos sociales y medioambientales. En FEM no se nos pasa por alto una oportunidad así, y es por ello que hemos tendido un puente entre nuestros voluntarios experimentados en gestión de negocios y personas de la comunidad de indigenas zenú de Daniel Lemaitre con conocimientos en siembra y agricultura para que pongan en marcha la incubación de AIREZ, una micro-empresa que se nace en las entrañas del proyecto Food Forest y tiene proyecciones de futuro como empresa de reforestación y paisajismo en el mercado de Bolívar.
Cartagena es una de las ciudades colombianas que sufre de déficit de árboles con mayor severidad. Según el Establecimiento Público Ambiental (EPA), en Cartagena la cantidad de árboles por habitante determina una relación 1:16 (un árbol cada 16 habitantes), es decir, tan solo 0.06 árboles por habitante, muy por debajo de los estándares internacionales. Esta realidad recrudece los efectos del cambio climático en la ciudad, que se traducen en una notable subida de temperatura y contaminación atmosférica.
La combinación de las dos realidades anteriormente descritas en el mismo contexto presenta una coyuntura ideal para iniciar un proceso de emprendimiento basado en el desarrollo sostenible con impactos sociales y medioambientales. En FEM no se nos pasa por alto una oportunidad así, y es por ello que hemos tendido un puente entre nuestros voluntarios experimentados en gestión de negocios y personas de la comunidad de indigenas zenú de Daniel Lemaitre con conocimientos en siembra y agricultura para que pongan en marcha la incubación de AIREZ, una micro-empresa que se nace en las entrañas del proyecto Food Forest y tiene proyecciones de futuro como empresa de reforestación y paisajismo en el mercado de Bolívar.